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Inspiración

Inspiración
Pepe Biondi

sábado, 10 de julio de 2010

POEMARIO "DE CRESTAS Y MIRADAS" RUBEN CRUZ * 2010

Poemario de Ruben Cruz *


A donde vayas

Han sido demasiados
Los prólogos
Que acompañaron
Tus relatos

Casi ninguno
De esos renglones
No pueden no hablar de ti
Justificando mitos

Todas, si todas
Denotaban tu crueldad
Declamando tener la verdad
A los que vienen
Por tus marcas *



Los perros

Los perros
Serenan tu rabia
Apaciguan tu furia
Por las lluvias
Que lo han llevado todo
Incluso tus sueños

Los perros
Observan
Lo que tus ojos no ven
Sienten
Lo que tú pecho dolor

Los perros
Serán reconstrucción *




En la obra

Fueron siete días
De presiones patronos
De angustia interior
En rebeldía al amo

Fueron siete días
De culto al valor
De presencia y firmeza
En contrapunto a los incrédulos

Fueron siete días
De solidaridad y hermandad
De guapeza sin igual
En defensa de la libertad



Tejiendo sombreros

En el atardecer
Te meces apacible con la iraca
Tejiendo sombreros
Para tus hermanos

Sabes que te necesitan
Calores del monte
De selva humedad
Los campesinos de tu pueblo

Recoge la sombra
Corre a su encuentro
Llevando los tejidos
Del aire


En el barrio de los puertos
(Dock sud)


Me he cruzado de vereda
Por sobre el empedrado
Para no olvidar
Tu dulce andar

En recorrido sinuoso
Me acerque a tu mirada
Añorando el perfume
De tu sonrisa

Lejana adolescencia
En el barrio de los puertos
Que aún te siente
Entrañable primer amor




De frente

Te han dicho
Que has naufragado
Al irrigar tu cuerpo
Para enfrentar tus miedos

Irrompible hombre
Que fraguaste tus marcas
En el llano devenir
Por tu entidad

No renuncies
Transmite tu ánimo
Que supiste forjar
En nuestro camino



Compañero

Tan simple, tan grande
Ha sido tu ejemplo
Que tus pares
perplejos miramos

Cuéntanos tu claridad
Háblanos de tu derrotero
Amigo de siempre
Compañero luchador




De lejos

Te has ido hermano
A tierras mediterráneas
Buscando la musa
Del cálido mar

Ya varios años han pasado
Temerario de sangre
Que no descansa
Su esencia melodía

Espero tu vuelta
Aún de paso
Y enséñame tus partituras
Que fomenta tu alegría



Carnaval

Entrega la soledad
Triste mujer
A la murga
De las noches plateadas

Sacude tu angustia
Bonita mujer
A los ritmos
De la comparsa oriental

Es tiempo de carnaval
De corazones ausentes
Que se unen a vos
En la riberas del Plata




Conciencia
(Falsa)


De los rituales
Tu imagen robusteces
De lo pagano
Ofreces tu bendición
A los crédulos caminantes

Una acción de tu mente
Que engañas a tu fe
Un ribete a la nada
Que empobrece tu ser



Crece

Dices que no recuerdas
Los sueños de tu juventud
Que tu memoria
Pierde su fertilidad

Mira a tu alrededor
Y compruébalo
Estas caminando
Sobre tus sueños

Y en la cercanía
De tu riqueza
El cuerpo te reclama
Nuevos anhelos




Sabores en la noche

Sabores en la noche
Para ti mujer solitaria
Con pequeñas rodajas de tomate
Sobre tu piel

Rojos y picantes ajíes
Se entregan a tu paladar
Sazonando tu pasión
En lento susurro

Sabores en la noche
Para ti mujer singular
Con Albahaca y ajo
Una mezcla deliciosa
En tus besos



Pájaro del sol

Pinceladas de las aves
Que protegen sus nidos
De voraces rapiñas
Que huyen del fuego

Preciado recorrido
Acariciando la llanura
Tomando alimento
Esperando el nacimiento

Majestuosas alas
Sobre el manantial
En invisible espejo
Pájaro del sol





Desafíos

En tu cuarto naranja
Escribías la crónica
De aquella noche
Espeluznante

Sin llegar a cerrar los ojos
Un túnel apareció frente a ti
Que curioso empujaste
Por tu ímpetu aventura

Ahí estaban, esperándote
Una cripta colmada
De símbolos y cruces
Que te señalaban la misión

Una nueva misión
Crucial para tu confianza
Que desafía las fuerzas
Del corazón



Capital

Mira como se desarman
Los frágiles avatares
De los mundos azulejos
Del avaro absoluto

Convencidos de su caída
Avizorando el instinto
Azuzamos nuestro animal
En golpe certero hacía tu abismo






















domingo, 13 de junio de 2010

LA CITA

La cita
(Del sastre con la caminante)

Atardecía y el anaranjado sol se sujetaba a la vista para no irse al otro lado de las blancas montañas. No quería perderse la cita del sastre con la caminante de los domingos de enfrente vereda.

Pero la naturaleza es más persistente que nuestras miserias y el reticente sol se oculto, regalando una ves más el asiento en primera fila para los escenarios de cosquilleos del rojo latir de los ignotos actores, a la hoy luna en su forma llena.

Por cierto desde mi puesto en la calesita del barrio registraba sus movimientos y me entusiasme – y sin duda entre sortijas y alfajores que los chicos manchaban sus bocas con chocolate – me enamore de sus cantares de seducción y miradas ruborizar.

Recuerdo que hace unos domingos – las gotas, gruesas gotas de tormenta se estrellaban en suelo ahuyentando la tierra por los aires – no impidieron a la paseante desplazarse frente al asombrado artista del vestir que cobardemente no se animaba a cruzarse a ofrecer el rustico paraguas de un cliente que había olvidado.
Su miedo fue tan grande que negó su pasar y se refugio tras la puerta apagando la luz tan rápidamente que no se si rompió el record que ostentaba la velocidad de la luz.

Pero allí estaban los personajes – que la histeria adoptó por unos momentos – renovando el estímulo de los enamorados de aquí y de allá, de las solas y los solos que allanan sus pasiones en todas las plazas de la espera, intenso huésped de sus bancos y corredores.

Ella hoy vestía de azul, de ironías se bamboleaba con los federales que amargados asumían su incapacidad de desobedecer la orden del superior.

Parecía que nunca hubiera pasado por esa cuadra, confundía sus pasos como un aprendiz frente al devenir, retrocedió al pasadizo del conventillo que albergaba su historia – vaya a saber que soledades, que virtudes, que alegrías, que perdidas la empujaron a ese desamparado caserón de más de 20 familias –.
Y como relanzando sus deseos, salio a la acera y pateando una lata vacía – como señal de comenzar algo – hostigó a los árboles que se abrían horizonte, con el semblante en su punto más alto sello las lagrimas del pasado y ante el copioso malestar de los ángeles, liberó alas para abordar la sastrería.

El observaba impaciente el verde reloj que colgaba tras la vieja Singer, porque su ensueño tendría que haber pasado hace unos minutos – ella era puntual, no fallaba – Entonces su pecho forjo el dolor que nunca hubiera querido soportar, su indiferencia.
Claro el no sabía las peripecias que ella agito a los altos Alpes que achico hasta a las ventisca de nieve para saltar a sus brazos.

Y la fresca contradicción de su dolor lo monto en valor, abrió la puerta y fijo su vista al llano del campestre jardín que componía al costado del buzón.

Y ella estaba ahí – mordiendo sus labios de la emoción de la primera vez – esperando que su presidiario rompiera las cadenas de la timidez y la tomara en vuelo evitando los raspones del desamor.

El con un sano y precoz movimiento la apretó a su torso – que casi la ahoga – y como dos esferas espumosas se conjugaron en besos y olores, en suspiros y en gritos que contenidos sin miramientos se desataban a los oídos de los vecinos que ya podrían dormir asumiendo sus complicidades para que el sastre del barrio y la caminante de los domingos agrandaran la mesa de los festejos.


Ruben Cruz*
Junio 2010

jueves, 10 de junio de 2010

habitantes de siempre

Palpitaciones

Con gracia acudiste

A mi enojo

Soltaste tu pan

A mi ahogo


Palpitaciones

Me regalaste con mesura

Graciosa mujer

Que mi torso oxigeno

De jubilosos latidos

Ruben Cruz 2010




Habitantes de siempre

Vasto espacio

Han sabido crear

Habitantes aborígenes

Crisol de antepasados

Obra de culturas

Que anhelamos convivir

Frente a sus dioses

Junto a nuestros pares

Ofreces ofrendas

Recibes extraños

Habitantes de siempre

Manifiesto de vida

Ruben Cruz 2010




Mujer

Mujer

No eres el amor de mi vida

Eres el amor en mi vida

Mujer

No voy a morir

Si no te quedas a mi lado

Voy a seguir viviendo

En disfrute de tu decisión

Libertad

Mujer

No eres culpable

De mis miserias

Eres la lumbre

En mis errores

Ruben Cruz 2010



Mañanas

Amanecí deseoso

De tus besos

En recuerdo fugaz

De tu compañía

Perseguí con querer

El dibujo de tu rostro

Que esta aurora

Me regalaba

Y sin titubear

Con un movimiento suave

Me arroje al imaginario

De tus mañanas

Ruben Cruz 2010



Vida

Llévate el amuleto

A los confines de los vientos

Aguarda con firmeza

La espiga de tu razón

Trae tormenta

A los desprotegidos

Que ellos lo transformaran

En lluvia

Para los surcos del futuro

Ruben Cruz 2010

lunes, 7 de junio de 2010

¿Capacidades diferentes?

El escenario propicio
De las sales de tus manos
Convierte al callado
En gestos de evolución

Saber mojar el fruto
De la labia sin juicio
Entusiasma
Al preso de su boca

En todos los casos
Se desmiente al oponente
Que negando su condición
Asienta su torpeza

¡Porque no son diferente!
Son

Ruben Cruz*
junio 2010



Desventurado

Neutralizar mis sentimientos
Te has propuesto
Villano con su rostro lívido
De tanto espejo

Borrar mi derrotero
Con boba indolencia
Conviertes en lazos
Hasta lo más ambiguo
De mis pasos

Mancillar los principios
Maltrecho de palabras
Abren tu hueco
Que no he de acompañar

Ruben Cruz*
Junio 2010

Poemas

Simple
Te has sacudido
A las llamas
En boga por el helio
De lo efímero

De los hornos
De ladrillos
No esperas el odio
Zonificas el aire

Que sangra tu piel
En desmedro
De tus ojos
Ruben Cruz*
Junio 2010




La espera
Arribaste a mis brazos
Sin saber que estaba
Aguardándote

Con intensidad
Me contabas de tus giros
Sin especular que a tu lado
Ya sentado estaba

Pronunciaste los soles y las lunas
Que amarraron el diurno
Movimiento
Sin abandonar tu mirada
Atraída por mi corazón
Ruben Cruz 66*
Junio 2010

viernes, 28 de mayo de 2010

Monte Negro

Monte negro

Transcurría la noche sin luz de luna que acongojaba hasta a los murciélagos que los mantenía pasivos ante sus platillos de insectos y roedores.

Tempestuosa situación se acentuaba en las calles que sería eterna para cualquier transeúnte que osara recorrerla de un lado al otro la urbe porteña.

Pero ¿Por qué? No podíamos ver la luz de los enamorados que acontecían el fulgor del diurno agorero de la suerte.
Una activa pregunta que los foros cibernéticos huelgan en explicación aunque sea de modo superstición.
Configurando el pánico a una costumbre de los dictadores a sueldo.

En una de esas disolvente noche dos jóvenes con una patética modulación de sus partes
Néstor Olmos, que asomaba su calvicie tras un precario tejido que cubría la ventana – dijo, estarán borrachos –
Se arrimaban a los paredones de grandes bloques grises en dirección al sur, y certifico su presunción
– estos están borrachos pero ¡borrachos de miedo! Se dirigían al sur prohibido –

Atónito por lo que sus ojos todo registraban, tomo arrojo a pesar de sus piernas que se afirmaban en el sitio temblando como un gato después de una copiosa lluvia.
Al sereno posterior se arropo para la ocasión, todo de negro para el disimulo asedio de los carabineros, y provisto de algunos utensilios para la defensa corporal se asomo al zaguán, un largo pasillo que relevaba el status quo de los vivientes sin alegría
Y ante la ausencia de los vigilantes que se distraían mirando por la mirilla de la morbosidad, corrió lo más rápido que su salud le brindara al portón devenir.

La niebla había hecho lo suyo, empaño los cristales de los estáticos soplones confinados en las alturas.
Entonces camino envejecido, como la esquela que nunca llego al destino,
Tratando de alcanzar a los distantes que mantenían su rumbo a la corteza de esqueletos que moraban al otro lado del suburbio.

Cuando su voz iba a descargar el ronco sonido alertando a sus seguidos, estos advertidos de la sombra que los viejos faroles delataban, apuraron su paso y sin importar la escasez de sus respiros se echaron a correr.
Blandiendo entre sus manos pequeñas espigas que cortaban todo lo que entorpecía
Y no comprendió…

Por varios minutos ensayo la furia de los invulnerables que creía poseer y absorto de los silencios en el laberinto de las cinco esquinas pudo entender el mensaje de los rebeldes que ya se habían alejados a su vista.

“La curiosidad mata al hombre” un viejo refrán que se rumorea
Y la trampa lo pesco…
Lo desafiaban a salvar la vida, la única que no se recicla ni se reconquista.
Ahora las penas estaban sobre su espalda, el asechado era el, un nuevo bandolero tenía pedido de captura y unos cuantos creyentes se alistaban a la caza por la recompensa… la bendición vaticana.

Muchos siglos de opresión regulaban el aire de los deseos y tras un minucioso plan aplastarían sus suspiros

Entonces corrió, corrió y corrió – un mal consejero que favorecía a los devotos –
– Aterrado – fraguo su escudo y oculto su ataque como el mar tapa al viejo fiordo de los fríos – freno su escape y permaneció sobre su eje –
Cuando la luz reflejaba su frente lanzo su furia hacia los necrófagos, salto por sobre ellos, rodeo a los carroñeros captando su atención y con un fino y filoso cincel rodó las cabezas – ante el pavor de los cardenales que cobardes secundaban desde sus bunker – presagiaban su final, acertado indicio en manos de los jóvenes libertarios que animaban sus brazos a los horizontes terrenal de la resistencia fulgorosa.

Rubén Cruz
Mayo 2010

Una historia de fragancias

Una historia de fragancias

Abandone la cerilla del fuego extinguido, y con un apretón suave de los labios, y echado al sillón frente a la nostalgia me puse a fumar el cigarrillo que lloraba en su envoltura de papel.

¿Por donde empezar? – me preguntaba –
Mientras las pupilas se perdían en la nube que rodeaba la habitación estremecidas armoniosamente en la pared con marcos, varios cuadros que mi hija dibujo soltando su persistente pasión por los colores.

¿Por donde empezar? una vez más – me repreguntaba –
Liberando el aire mezclado con el humo, la ansiedad con las dudas
Mientras el parisiennes se despedía entre partículas invisibles sin reclamar el olvido.

Con un salto casi atlético, casi, por que fue eso, no llego a ser atlético, disimulando los años
Me dispuse a abandonar el sillón para forjar el picaporte de metal gastado entrando a buscar miradas.
Saliendo al olor de las veredas auspiciosas con quienes las transiten con cuidado por no profundizar sus rajaduras que los años no podían cicatrizar.
Generosas con quienes empíricamente esquivan jugando a la rayuela
¿Se juega a la rayuela en estos tiempos?
Vaya a saber que nuevas habilidades recorre la niñez que envilece nuestra infancia.

Ya unos cuantos pasos de marcha fijaron su huella en polvo que salpicaba
de una obra de edificio que no escatimaba en ruidos, de cucharas y mazas, de palas y tanza que desafiaba al viento.
Y con un marcado cansancio que los pulmones anoticiaban, me acercaba a la esquina donde oportunamente se encontraba, el único árbol ligustro con su copa globosa de hojas simples.
Que brindaba una bondadosa sombra a las alas de especies varias
mientras una de sus rama pelada como queriéndose escapar del tronco fisura señalaba la entrada de madero lustroso y herrajes bronce
del bar de los abandonados, de los apasionados, de los insensatos, de los amados.

Con un rápido relevamiento observe un mundillo de estudiantes
Que aparentaban tensas discusiones sobre su futuro que era cuestionada por la dirección de escuelas, una paradoja que lastima.
Y en otro rincón una pareja que por sus caras de dicha, desayunaban
Hambrientos para irrigar su razón que el pernocte había robado horas atrás.

Busque el lugar que me aseguraba lejanía al bullicio de los debates y a los susurros de la fusión de labios de aquellos enamorados que no conocían el pudor.
Lo encontré y aunque no brindaba la oportunidad de considerar los afectos hacia los paseantes y vagabundos callejeros
Podía intimar con un nuevo cigarrillo y un cortado en jarrito que gustoso Don Pedro me servía con la garantía de haberlo preparado con sus manos, en su punto justo
Que encontraba aproximando su experiencia en las medidas de café y leche.


Y de repente la mirada beneficiada por la autonomía se achispo retando a la vinicultura
Sin haber siquiera olfateado un Cabernet, la borrachera precipito el mirar
Con beneplácito ante su hermosura que dañaba con agresividad la apariencia de los perfectos modelos que caen sobre el peso de su idiotez.

El cortado se enfrió, enojando a Don Pedro porque dos punto justo en el mismo día era una casualidad que no siempre consentían sus lánguidos y huesudos dedos
Pero que importancia tenía los regaños del viejo mesero que hasta los disfrutaba

Por su parecido a los enfado de mi viejo que muy joven se fue, había decidido tomarse vuelo a los llanos de la tierra fértil de Gualeguay que proclamaba pertenecer.
El proceder de esta mujer enmarañaba mi locura pretenciosa por procesar la soberbia de sus movimientos enfurecidos por el enfoque calibrado de los comensales.

¿Será de verdad? – Pensaba – desconfiado como perro frente a la mano extendida de lo desconocido.

Pero mi preocupación – por donde empezar – centraba mis neuronas apacibles por dejarse amanecer a la divinidad de las domingueras que sueltan sus redes a la pesca de los voraces albatros
Y volvía custodiando la fragancia que recordaba la historia de mi dilema que velaba mis nocturnos desde hace un tiempo.

Me aprestaba a tomarlo en serio, cuando el celular sonó, sonido molesto que aterraba a los corazones desprevenidos
– Eduardo, Eduardo ¿me escuchas?
– si, como estas Valenzuela –
–No quemes mi apellido por teléfono Eduardo
– me reprendía con razón –
– ¡Disculpa Jorge, no volverá a suceder! –– le respondí poniéndome color vergüenza aun sin haber presentes al otro lado de la pequeña mesa –.

Como explicarle que regresaba de un burbujeo que amotino mis sentidos por un buen momento que distrajo lo importante –

– ¿Pensaste como encarar la asamblea de mañana? – me preguntaba –.
–Mira que los muchachos están ansiosos, algunos quieren romper todo, otros, los más viejos se angustian, te imaginas temen perder en momentos que ya les llega la jubilación –
– No, estoy en eso Jorge – llámeme mas tarde. – y apague el cromado –.

Debo confesar que mis nervios se retorcían como los hierros de los vagones antaño que a la prontitud del Siglo XXI, todavía se trasladan rebeldes e impunes por las ciudades que crispan la modernidad de la derecha pomposa inexpresiva y alelada.

Después de varias horas que parecieron una jarana
– El punto ciego se recostó sobre mis ojos que se estrellaban al parpado inferior huérfano de lágrimas –
Pude elaborar una propuesta para mis compañeros, que luchamos por unos mangos más para llegar a fin de mes.
Será durísima, no me cabe la menor duda pero este movimiento solidario, una matriz que mi clase construyo en innegable libertario, perjudicial al hosco capital, no perecerá en su algarada.

El miedo al vacío que se había empecinado en evadir lo racional de mis pensamientos, fileteando los deseos en barbecho para fiar su sembrado al abismo, se desvaneció ofuscado en pasto
Y los suspiros de los compinches trastos sobre la mesa empujaron con fuerza el temor de los carneros hacia la calle hostil de los justos.

Pedí la cuenta a Don Pedro y como sabiendo me entrego una carta donde contaba…
Su experiencia en la huelga de los mozos, ¿huelga de los mozos?
– Pregunte – Si señor mío
Los mozos también somos laburantes y hacemos huelga – me respondió cerrando los puños –
Como si volviera a ese heroico día y su frente paladín me animaba la partida al sueño de cada día, a la inconciencia de cada luna.

Inicié la vuelta bajo un sol que se despedía para volver y mientras esperaba que el verde adelante me dejara cruzar al cordón de las pausas

Recordé una frase pujanza de mi pubertad de aquella fantástica primera película en la calle de los cines “la guerra de las galaxias” cuando el joven Luke Skywalker se aprestaba al inminente enfrentamiento en una batalla crucial contra la estación espacial del imperio galáctico.
Un aliado a los rebeldes… Han Solo, le dijo “Que la fuerza te acompañe”.
Y me pose en la cama, de las historias de fragancias.

Rubén Cruz*
Mayo 2010